Me despierto,
una señora coloca paños sobre mi frente y al sentarme me da de beber algo, sabe
delicioso y es que los químicos se han intensificado, como enseguida todo y me
da una pastilla. Me hace señas que debo tragar a secas y lo hago. Quiero comer
verduras, eso me da más energía que éstas bebidas dulces. Estos químicos son
envidiablemente deliciosos y adictivos, pero no curan mis ansias de dormir.
Duermo sintiendo en mis cabellos las suaves manos de la señora, quizá la
sensación más suave hasta ahora en mi vida.
Por primera vez
duermo tranquila después de haber muerto en el mar de mi anterior vida, no sé
dónde me lleva este barco, quizá después lo descubra. Los otros días recibo de
tomar esa agua deliciosa y duermo, no sé cuántas veces ya he pasado por esto
aquí. Un día saco la sábana y veo el pedazo de metal atravesado en mi pierna,
no es parte de los metales líquidos ni del petróleo, sino la basura que normalmente
flota. Cuando un día preparan algo varias personas junto a la señora y jalan, descubro
el peor dolor que he sentido en mi vida, huelo un paño y duermo enseguida.
Cuando despierto
para saber la verdad me arde ver una luz, la luz es dolorosa pero cálida a la
vez, supongo que cuando me adapte a mi nueva vida, a lo que es la realidad lo
sabré. De verdad es doloroso ver la luz después de dormir tanto tiempo. Al
girar mi cabeza veo un chico arrodillado apoyado en sus pies que me mira con
curiosidad, tez canela con ojos negros, cabello negro intenso, viste con
pantalones largos y un buzo, se quita la mascarilla con su mano lastimada, luce joven pero con mayor edad con respecto a
mí, o quizá haya tomado suplementos y tenga el triple de edad. Recuerdo cuando
llegué, la sangre, mi pequeño cuarto y descarto la idea.
Lo quiero mirar
más tiempo, igual, mirar al techo la luz duele cada vez menos. Me mira como si
quisiera hablar, pasan minutos, horas, siglos, siento algo seca mi garganta y
lo intento por él:
- Hablo espanés – levanto mi voz –. Hablo espanés. ES-PA-NÉS.
Noto que mis
dientes ásperos saben agrios. El joven me mira con curiosidad y dice cosas
que no entiendo, luego parece que saluda de muchas formas cuando identifico una
y abro los ojos como nunca. Sonríe y dice:
- Hola.
No evito abrir
mis ojos más de la emoción, entiendo claramente y digo:
- Hola – miro a todos lados –. Este barco es ilegal, ilegal.
Saca de una
mochila atrás de él unas fotos, muchas fotos y las esparce en mi camilla, un
futón en el suelo. Son tantas fotos que me da pereza pensar, pero es algo
curioso, es el mundo exterior, al parecer empeoró el de mi infancia, el cielo
está más rojo, la gente va con tubos de oxígeno y orejeras, hay muchas máquinas
están en la calle extrayendo petróleo.
- ¿Por qué? - Señalo la foto de la máquina en medio redondel – ya
cambiaron el campo magnético.
- Sí, pero quieren más – traga saliva –. Están extrayendo petróleo más
profundo, en la capa siguiente de la Tierra, junto a otro líquido precioso, el
que se queja es ejecutado por traición a la acción o disturbio público.
Recuerdo mi
niñez, casi no comía ni veía a mis padres, trabajaban para el gobierno como
obreros en los huertos subterráneos de fábricas extranjeras. Fue después del
complot, todos consumían carne de trigo, de soja, de nuez, de lenteja o de quinoa,
hasta que alguien siguió vendiendo carne escondida en la mezcla de las
proteínas y le añadió una droga para provocar adicción sólo a su producto.
Mucha gente cayó incluso antes de mis padres cuando eran niños. Mataron a todo
el ganado de la Tierra para abastecer a nuestra especie y el responsable se
volvió intocable por su fortuna. No me sorprendería que fuera el mismo quien
hubiese boicoteado las energías renovables, porque muchísimo antes, la Tierra
se estaba recuperando. Pero de la nada se ejecutó una ley de energía para todos
y nadie debía reclamar, todo el que poseía estas energías limpias pagaba altos
precios y destrozaban toda la fuente de su energía llevándosela como parte de
ese incalculable pago. Y así dependemos de la energía nuclear nuevamente.
Yo soy el
resultado de esa nueva generación, bueno, consumía pocas plantas que traían
escondidas mis padres, para ellos, dependientes de la carne, era muy tarde,
envejecían rápido. Lo recuerdo claramente, recuerdo el mar con sus manchas
negras y residuos cubriendo su superficie, el cielo rojo, el usar mascarillas
cada que salía de casa. Los residuos de basura que comíamos de los ricos, nos
subsidiaban con una pastilla para comer las cosas descompuestas. Nuestra casa
era compartida, un conteiner abandonado y transformado, dos pisos, estaba bien
para mí.
Miro la venda de
mi pierna, ya no está el metal atravesado, ahora llevo una camiseta mangas
largas que cubre hasta mis muslos y la parte de tela de mi pierna recogida por
la venda.
- ¿Cómo te llamas? – Me pregunta.
- Diez, digo Ikiru – .Sacudo mi cabeza como si eso arrancara el número que
me han dado por todos esos años atrapada.
- Puedes contar conmigo, – me dice mientras da un golpe a su pecho con
seguridad – dime de dónde vienes Ikiru.
- Vengo de Ushiferumen Lab., llamado Ushi Lab., - hago una pausa con
vergüenza - era un experimento…
Me mira
asustado, no lo creía, se tapó la boca con ambas manos despacio, luego se
levantó y caminó por el cuarto dando vueltas, me pregunto porqué no se mareaba
por el movimiento del barco.
- Eras la carne, – hace un chasquido con sus dedos, asiente varias veces
con su cabeza y se inclina a verme - ¿Eras la carne verdad?
- No, – me mira con curiosidad y se sienta nuevamente – era la piel. No
podía obtener leche y ni siquiera ser carne, – toco mis delgados brazos – por
eso iba a ser piel.
- La piel la produce Inu Industrias para los ricos con químicos.
- Mentira – sacudo la cabeza –. La piel sólo la produce Ushi Lab., Inu es
lo mismo que Ushi Lab., la gente piensa que son varias empresas pero los dueños
son los mismos. – Hago una pausa – la ballena ¿Son carnívoros?
- Todos somos carnívoros – se dice - ¿Quieres carne?
- No, soy herbívora, – me mira con horror.
Le explico pacientemente que sólo los vegetales me dan energía y lo de
mis padres, a cambio me cuenta que quieren atrapar un megalodonte, según él hay
muchos en el océano y también piensa ver si existe la nueva tierra.